31 Se levantó el rey, rasgó sus vestidos y se echó en tierra; todos los
servidores que estaban a su lado rasgaron también, sus vestidos.
32 Pero Yonadab, hijo de Simá, hermano de David, tomó la palabra y
dijo: «No piense mi señor el rey que han muerto todos los muchachos, los
hijos del rey, porque solamente ha muerto Amnón; pues era cosa decidida
en boca de Absalón desde el día en que aquél humilló a su hermana Tamar.
33 Así que no haga caso mi señor el rey de esos rumores de que han
muerto todos los hijos del rey, porque sólo ha muerto Amnón.»
34 Absalón huyó. El joven que estaba de centinela levantó la vista y
vio multitud que venía por el camino de Bajurim, a la bajada, y fue a avisar
el rey: «He visto algunos hombres que bajan por el camino de Bajurim, por
la ladera de la montaña.»
35 Yonadab dijo al rey: «Son los hijos del rey que llegan; ha sido lo
que tu servidor había dicho.»
36 Apenas había acabado de hablar, entraron los hijos del rey y
alzando su voz lloraron. También el rey y todos los servidores se echaron a
llorar con gran llanto.
37 Absalón huyó yéndose adonde Talmay, hijo de Ammijud, rey de
Guesur; y el rey lloraba todos los días por su hijo.
38 Absalón, por su parte, había huido yéndose a Guesur: allí se quedó
tres años.